Vive la película de tu vida fuera de las pantallas

“Se ha vuelto terriblemente obvio que nuestra tecnología ha superado nuestra humanidad“
– Albert Einstein.

La tecnología ha sido un gran aliado de la humanidad desde sus comienzos y es un espacio en donde podemos expresarnos, crear contactos y fomentar vínculos con otras personas,  sin embargo, nos enfrentamos a una realidad abrumadora, el mal uso de la tecnología ha causado que la sociedad y principalmente los jóvenes tengan limitaciones en varias áreas importantes de su vida, como tener dificultad para relacionarse, el  interés con el contacto con la naturaleza ha disminuido, la interacción social se ha visto afectada abismalmente e incluso puede llegar a promover ciertas adicciones como adicción a la pornografía, ludopatía, ciberadicción, entre otras, que son difíciles de identificar ya que no tienen un indicador tan evidente como sería cualquier otra adicción.

Según el INEGI en 2018 las tres principales actividades de los usuarios en Internet fueron del 90.5% entretenimiento, 90.3% comunicación y 86.9% obtención de información. Lo que indica que un gran porcentaje de las personas que utilizan Internet lo hacen de una manera desaprovechada que impide reforzar otras áreas de su vida.

Es sabido que gran parte de las rupturas en relaciones interpersonales son a causa del uso de la tecnología, hemos sido víctimas de una ola de información masiva que no sabemos cómo controlar y cómo introducirnos al mismo, tenemos estímulos por todos lados, desde la presentación del iPhone nuevo hasta los videojuegos, la televisión, YouTube, Facebook, y el resto de las redes sociales que nos han invadido sin darnos cuenta.

Según cifras de Statista, una consultora alemana especializada en estadística, en 2017 los usuarios del mundo gastaron 135 minutos al día en las redes sociales. Eso significa que a la semana, un usuario promedio gasta aproximadamente 15 horas revisando Instagram, Facebook, Twitter, YouTube o WhatsApp, entre otras aplicaciones. Las notificaciones son parte de la rutina diaria.

Por otro lado, las redes sociales nos han ayudado en gran parte a hacer que nuestra voz se escuche, emprender en nuevos proyectos, conocer gente y acortar distancias, sin embargo, también han logrado que haya un mayor índice de infelicidad con la propia vida, el hecho de que uno ocupe una gran parte de su día viendo contenido que comparten otros y comparando o pensando en lo “felices“ que son o en “la vida perfecta que tiene“ o realizando lo que para la sociedad es sinónimo de éxito, nos lleva a que nos sintamos incómodos, frustrados e insatisfechos con nuestro estilo de vida, pareja, familia, amigos, imagen corporal, situación económica, entre otros aspectos, que se ven alterados por el hecho de que las personas muestran el “mejor“ lado de su vida, es una realidad subjetiva e incierta, son falsas sonrisas, amistades fingidas, parejas infelices, soledad, problemas psicológicos y todo lo vemos con su mejor cara, como es mostrado por ellos para buscar la aprobación una sociedad altamente exigente. 

También, me gustaría hablar de la falta de conexión que tienen los padres con los hijos y los hijos con los padres a causa de la tecnología. Hemos podido observar que hay ocasiones en que los hijos tienen problemas y los padres no se dan cuenta porque piensan que “están bien“, “que no les falta nada“, “que lo tienen todo“, sin embargo, les falta una conexión real con sus padres, dejar de lado las pantallas y poder hablar con nuestros familiares acerca de nuestras vidas, de nuestra vida real y no publicar únicamente lo que sí se ve bien o lo que me hace estar dentro del margen de lo que sí es aceptable en la sociedad. Quitar la máscara de ser las personas que tenemos “la vida perfecta“ y ser realistas con uno mismo, hacer introspección y poder pensar en la vida que tenemos. Si existe un problema, poder hablarlo y enfrentarlo, dejar de lado la superficialidad de los “likes“ y los seguidores que tenemos en Instagram, ser uno mismo y aceptarnos como somos, conocernos y permitirnos tener relaciones profundas y no vivir viendo cuántas personas vieron la foto que subí, o escondiendo una realidad existente, o fingiendo algún estado de ánimo. Dejemos de engañarnos con superficialidades y permitámonos una vida real, con relaciones y personas reales. No digo que las redes sociales son malas, nos han permitido mucha información, crear vínculos con profesionales, tener contacto con personas alejadas, pero no nos olvidemos que fuera de la pantalla existe un mundo que sigue girando a pesar de todo, un mundo en el que estamos rodeados de personas que nos necesitan, nos buscan y con las que podríamos formar lazos estrechos y cercanos. 

No perdamos el tiempo de la vida viviendo frente a una pantalla cuando la mejor película es nuestra vida real. 

Raquel Zonana Jajati
Psicóloga Clínica